viernes, 2 de marzo de 2012

Tintoretto.

Su nombre verdadero fue Jacopo Comin, pero adquirió el apodo de Tintoretto debido al oficio de su padre en una tintorería. Además de destacar en la Escuela veneciana, se le considera como el último gran pintor del Renacimiento italiano, llegando incluso a introducirse en el Barroco. Nació en Venecia, en el año 1518, y jamás viajó fuera de la ciudad.
Desde muy temprana edad, pintaba en las paredes de la tintorería y su padre, que predijo un posible talento, lo llevó al taller de Tiziano, cuando éste rondaba los cincuenta y cinco años de edad. Fue su único maestro y la relación no fue fácil. Tintoretto siempre tuvo en muy alta estima la obra de su instructor, pero el carácter de ambos era demasiado vehemente. Además, Tiziano y sus seguidores decidieron darle la espalda, aunque Tintoretto apenas prestó atención a las difamaciones e insultos proferidos. Con los años, formó su propio taller (al que sólo dejaba entrar a su hija) y vivió de forma humilde.
Con treinta y dos años, se casó con Faustina de Vescovi. En total, Tintoretto tuvo ocho hijos, dos de ellos de relaciones extramatrimoniales. Marietta fue la única que siguió los pasos de su padre y que adquirió cierto prestigio como artista. Se decía que solía acompañar a su progenitor al taller vestida de chico y, al fallecer con treinta años, su padre la retrató mientras yacía muerta en el lecho, como dictaba la tradición.
Al igual que Giorgione, Jacopo murió a causa de la peste en 1594. Se encuentra enterrado en un altar que él mismo había decorado de la iglesia de Santa María del Orto, junto a su predilecta hija, Marietta.
En relación a su estilo pictórico, cabe decir que recibió influencias de Miguel Ángel y de su maestro, Tiziano. Del primero, tomó las técnicas del diseño y, del segundo, el color. Por otra parte, prestó mucha atención a la luz. De hecho, moldeaba con cera las figuras que más tarde pintaría, para así probar distintos ángulos y diferentes iluminaciones. Asimismo, empleó la perspectiva, creada por Brunelleschi un siglo antes, y el dinamismo en sus personajes.
Todos estos aspectos (el color, la luz, la perspectiva y el dinamismo), hacen de Tintoretto un artista barroco adelantado a su tiempo. Por último, realizó lienzos y frescos, donde la temática era, en general, religiosa, aunque también destacan los retratos de funcionarios, magistrados y hombres de letras.

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